miércoles, 5 de julio de 2006

Reflexiones a futuro...

Recuerdo cuando comenté que el primer semestre del año pasado lo sentí pasar como un año completo, más que nada por el paro y todos los eventos que ocurrieron esa vez.

Y ahora, siento que este semestre pasó en unas pocas semanas, y aún así pasaron cosas increíbles.

Si saben inglés, se habrán dado cuenta que en mi otro blog hablé tanto de Felipe como de Catherine. Puntos fijos en el comienzo de un nuevo ciclo de situaciones, que ojalá sean entretenidas y dignas de contar. Pero eso no es mi único punto a tratar el día de hoy, mientras espero a que sean las siete y media y me vaya de la universidad por hoy.

El punto es que se acerca mi vigésimo primer cumpleaños, el cuál dicen que marca una etapa. Y bueno, con cada momento en que se acerca una fecha fundamental para uno, viene un momento para pensar en todo lo que nos ha ocurrido hasta ahora. Y lo que haremos después.

Debo admitir que estos años no han sido buenos ni malos. O sea, han sido buenos y malos, pero a la vez pueden examinarse desde otro punto de vista y concluir que los malos no eran tan malos y los buenos no eran tan buenos. Pero el punto es que ocurrieron, y hay que superarlos y vivirlos sí o sí. Esto fue lo que sentí después de pensar en el primer concepto que a cualquier carretonero se le ocurre cuando habla de un cumpleaños (Nótese que Eduardo me llamó hace unos días preguntándome por qué no hago un carrete en mi casa que habíamos concertado hace meses): La fiesta de cumpleaños. Ya, para que sepan, traté de hacer una fiesta de disfraces el año pasado pero no resultó, terminé siendo el único disfrazado. Y de todos los que invité, fueron los que realmente me importaban, mis amigos.
Y aquí cae el primer asunto a reflexión: Cuando pensaba a quiénes invitar, me dí cuenta que un gran cambio ocurriría, pues los amigos que tuve hace sólo medio año ya han tomado otros rumbos, ya no los veo tan seguido y ni siquiera sé si vendrán una vez que los invite. Eso sí, a principios de año ya había hablado con el personaje principal del asunto (Felipe. Pero no el que conozco ahora, otro Felipe) y concertamos que no habría presiones pàra juntarnos. Y eso sumado al hecho de que no puedo contactarlo salvo por correo electrónico, me deja en el lugar que estoy ahora. Lo mismo para Marisol, con quien a veces suelo conversar electrónicamente pero su tesis la tiene muy ocupada. Con Elizabeth perdí el contacto hace mucho más tiempo. Creo que el único que se ha mantenido en el tiempo es Daniel, el cuál ha cambiado de trabajo y de casa pero sigue siendo el mismo simpático de siempre. Ahora bien, sigo juntándome con Oscar y Paula, pero es una relación bastante unidireccional, no parece que les importe demasiado. Oquizás y así son ellos, igual me desgasta ser el único que se mueve. Con Eduardo sigo teniendo la misma relación unidireccional en el sentido inverso, lo cuál no me molesta, pero... Bueno,. hablaré de ello en otro momento.
También me dí cuenta que estas otras personas (Catherine y Felipe) se habían unido recientemente, pero las estimaba tanto como amigos que serían invitadas sin tribulaciones. Esto significa que estoy en un momento de cambio bastante importante, y que espero que todo resulte como espero: Con todos felices.

Siempre digo, una vez que asevero algo, que puedo estar equivocado. Al fin y al cabo, perfectamente pude enviarle una carta a Felipe y/o Marisol durante todo este timepo para invitarlos a alguna parte. Pero el discurso de Felipe impactó profundamente en mis sesos, y no quise intentarlo. Con Marisol sí, pero ella está ocupada. Creo que lo que más me impactó esa vez fue tener que enfrentarme a la idea de que incluso amistades que se forjan durante muchos años pueden ser efímeras, que todo cambia. También me dí cuenta, gracias a ello, que era muy dependiente del resto para hacer algo. Que perfectamente podía realizar cosas solo y entretenerme solo, y así me uní a cuanto curso encontré para sentirme mejor (y gratis): Música, yoga y salsa. También me dí cuenta que uno no puede forzar a que las cosas sigan como están, a que el otro siga pensando lo mismo, y que si Felipe (el otro) está incómodo conmigo, dejarlo ir y que haga lo que se le antoje. Por lo menos así él estará feliz, ¿No? Por lo que no fue ni malo ni bueno lo que ocurrió, sólo pasó, y aprendí de los que pasó. Menos mal, porque también recordé por qué muchas de las amistades que tenía antes de Felipe y Marisol se perdieron (aparte de los innumerables viajes que hice alrededor de Chile durante mi infancia): Mi insoportable dependencia, que hacía que estar conmigo todos los días se hiciera un tedio. Y así, espero no cometer el mismo error con Felipe y Catherine, y dejarlos respirar, no tener que estar con ellos apenas los vea, y confiar en que estarán bien sin mí.

Ya, eso está resuelto. Ahora bien, ¿Qué pasó que nunca hice el webcomic? Bueno, tres cosas: Miedo, flojera y desorden.
Miedo, porque muchas de las cosas sobre las que quiero dibujar y hace rque la gente se entretenga le han ocurrido a los que me rodean. ¿Qué pasa si, de repente, mi hermana se enoja por cómo la dibujé en el cómic?¿o Felipe reclama porque dibujé su problema con Paula?¿mi papá ve las cosas que hace mi mamá?¿Eduardo se enoja por lo que pienso de sus discursos?¿u Oscar? Esas preguntas las llevo conmigo desde hace años, desde que empecé a obrar la idea de un webcomic en que utilizaría ideas de la realidad y las traspapelaría al papel. Porque, a decir verdad, temo la fama. Temo que la gente que conozca sepa de esa fama y vea cómo los dibujo. ¿Qué consecuencias trae la fama, si es que la hay? Pues existe la posibilidad de que nadie lea lo que dibujo, lo cuál también trae esa pena de que no se rían, pases como un cometa atravezando a mediodía nuestra atmósfera. O sea, nada. Y la idea es que se rían.
Flojera y desorden, porque me cuesta organizarme bien en los tiempos. Con tanto tiempo libre que tuve este semestre, perfectamente pude haber hecho el webcomic, subirlo a una página y actualizarlo semanalmente mientras asistía a clases, estudiaba y me sacaba buenas notas, mientras iba a los talleres de salsa, yoga y música (y probacionismo, pero eso es otra historia) y tomo una unidad de investigación, junto con toda la demás rutina de siempre. Pero ¿Qué hago? Me quedo dormido en la cama, me masturbo mentalmente haciendo nada. Y eso es falta de orden, flojera al ver ese montón de horas que cumplir y un horario que respetar. Y francamente, me estoy hartando de ello. Pero ¿Cómo superar? He tratado por todos los medios de despertar. Excepto las ideas que requieren plata el judío, diría mi mamá. Quizás y sea un asunto de voluntad, de constumbre, de algo que no contemplo en mis casillas. Y bueno, se viene un semestre un tanto duro, con ramos duros y horario pesado (o al menos eso parece), por lo que mi oportunidad pasó. Quizás y después de acostumbrarme al segundo semestre logre motivarme y subir la página de una vez.

Confiemos en que la fiesta resulte de la manera tan optimista que pienso. Muchos cambios han ocurrido, y esta fiesta los reflejará. Ahora mejor me voy a estudiar para la última prueba de Orgánica, que está medio complicada.

53 114!!