jueves, 12 de marzo de 2009

Analogías y sociedad

Bueno, ya sin el trabajo a cuestas y con un nuevo y exhausto aire de renovación, además de una marcada alabanza al ocio, vuelvo a escribir dejando muchos temas a mi espalda... No sé si como carga o desecho, eso lo sabré en su momento.

Ahora bien, antes que nada una pregunta ¿Por qué la mayoría de los trozos de vidrio que quedan en los accidentes son cuadriláteros?

Si me pongo a investigar y encuentro una respuesta, estará acá en color verde.

Lo otro, aún estoy buscando un lindo formato para el blog. Si bien no me quejo de este diseño aún creo que se puede personalizar más. Y siendo el mayor comprador de ropa y accesorios personalizados, la idea me urge.

Pero volviendo a los temas, primero hablaré sobre algo que me pasó mientras revisaba una obsoleta página noruega y que luego me sorprendió. Pero para eso, primero veamos algunos antecedentes del ya largo pasado histórico mundial...

Como nacido a mediados de los ochenta, para mí eso de la guerra fría me fue algo que nunca supe que existió hasta que me lo explicaron mis padres mientras mostraban archivos de la caída del muro de Berlín y la Unión Soviética en la tele. Unas cuántas clases de historia me harían entender que en verdad las cosas eran muy en serio: Mientras cada superpotencia vigiliaba a las otras con recelo, ningún hombre común del lado occidental tenía la menor idea de lo que pasaba al otro lado y viceversa. Y dado que acá apenas y tuvimos tres o cuatro años de vinculación con el bando rojo para luego volver a la hegemonía capitalista (linda metáfora, aunque mis sentimientos con esa época son más bien confusos), tarde mal y nunca supimos si en verdad los soviéticos se morían de hambre, le regalaban Kalashnikov a los niños o vivían cubiertos de nieve y alabando a Lenin. Meh, no tan así pero ni tan así (¿Qué dije?). El punto es que, así como cada uno tenía su propio bando, también tenía su propio modo de vida, y eso incluye la maquinita idiotizante...

Verán, si piensan que la televisión en sí acá es aburrida y monótona, piensen cómo sería hace treinta o veinte años sin NINGUNA BRIZNA DE PROGRAMACIÓN OCCIDENTAL. O sea, nada de películas de Hollywood, nada de programas sobre policías o celebridades, nada de sitcoms ni programas de las típicas familias (ricas) americanas.... De hecho, ahora que lo pienso igual hubiese sido mejor así. Pero no nos olvidemos que eso incluye comedias británicas y lo más importante: Los dibujos animados.

O sea, piénsenlo así: Sin Hanna-Barbera. Sin Lantz. Sin MGM. Sólo WB hasta antes de la segunda guerra (si es que)... Final Destination! Y así hasta bien pasadita la Perestroika... Pero ¿Y entonces con qué se entretenían los niños soviéticos? Bueno, pues habían muchas opciones, incluyendo comediantes muy famosos de esa zona, sketchs con niños actores (sí, Don Francisco no fue el único), fábulas tiernuchas, y filmes que incluso ahora están en la alta categoría. Pero dado que no he tenido mucho tiempo para analizarlos ... No, mentira. No lo he hecho por flojera me centraré en "Nu, podogi!".

"Nu, pogodi!" (Ну, погоди!) fue una caricatura sobre las desventuras del lobo (Волк) en su afán de atrapar a la liebre (Заяц). Lo gracioso es que los esquemas de risa y las acrobacias o penurias de los innumerables intentos del lobo son muy parecidos a los que Tom sufre al tratar de atrapar a su amigo-presa Jerry. ¿Bueno, y? Sí, suena como un plagio, pero no lo hubo. Era plena guerra fría, como dije anteriormente, y salvo ciertas referencias pre-IIGM, la información en común era nula. Así que eso me hizo pensar dos cosas: O de forma paralela con los mismos antecedentes se puede llegar al mismo producto, o a fin de cuentas los humanos siempre nos reímos de lo mismo, como decían aquellos comerciales.

Ahora, si bien se dió este interesantísimo caso de coincidencia animada, entonces en cierto modo existen patrones de comportamiento comunes a la humanidad, lo que me lleva a la conversación que tuve con Daniel hace unos días, en la cuál por intercambio de opiniones se dedujo que mi comportamiento está demasiado salido de los límites que impon- digo, sugiere la sociedad.

A ver ¿Cómo fue? Pues precisamente dentro de la sociedad se espera un trato de respeto, cooperatividad y comunicación. Y creo que hasta el momento trato de hacer eso. Pero claro, si incluímos un estilo original, costumbres poco comunes y conocimientos varios y obtenemos un total desadaptado ¿no? Pues eso es lo interesante de esto, si bien existen elementos comunes a nuestra formación a nivel generacional, bien estos pueden ser alterados en condiciones específicas.
Un ejemplo, mis sucesivos viajes y mis ganas de leer pqra no aburrirme hizo de mí un experto en ortografía (salvo casos contados como haber pensado que "a través" se escribía "atravez" hasta octavo básico). El hecho de que navegue mucho en internet también me hace propenso a usar chistes que no causan gracia sin el trasfondo adecuado. Y por alguna razón, terminé perdiendo la noción del contexto al hablar, lo cuál sumado al hecho de que digo casi todo literalmente hace de mí un hueso duro de roer... Pero eso no implica una total salida de la varianza ¿o sí?

Bueno, quizás una reflexión más adecuada lo vea. Ahora les dejo con el episodio 1 de Nu, pogodi! para que disfruten la serie (que conste que para los sociéticos en esa época los dibujos eran para todos, así que ver al lobo fumando era totalmente aceptable)