martes, 21 de julio de 2009

"Un año menos"

[Nota escrita durante mi cumpleaños. Dadas las cambiantes circunstancias en las que me he visto, prefiero terminarla abruptamente y quizás algún día retomar lo que NO pasó]

Es lo que siempre les digo a las personas que cumplen años. Como si Dios tuviese nuestros relojes calibrados y predestinados a detenerse en algún momento. Sin embargo, cuando lo digo lo hago con la intención de que los demás reflexionen sobre sus vidas y piensen en lo que quieren hacer. No vaa a ser que lleguemos a viejos y no podamos hacer lo que queremos por trabas que no dependen de nuestra voluntad (hijos, salud, dinero)

Ahora me ha llegado mi turno. Un año menos. Y lejos un año que no voy a poder olvidar por más que lo intente. No sólo por lo que pasó, sino por lo que NO pasó.

Qué pasó:

Lejos lo más detacable del año fue el concierto de Radiohead. Fue un día que le contaré a mis nietos, en donde el furor de ver a nuestro grupo favorito se expresaba en cada gota de sudor que salía de nuestros cuerpos y cada grito medianamente afinado que aportaba al enorme rugir de los fanáticos hacia el grupo, expresando su devoción hacia la composición de ese grupo de ingleses que marcó una generación completa, entregó letras marcadas de emociones no comercializables y una crítica al mundo de hoy marcada por la ironía, y nunca dejó de experimentar con lo que tenían a mano, reinventándose de modo de no perder el fluir de la creatividad.

Y qué mejor que haberlo disfrutado con mi gran amigo Ariel, a quien conocí en ese mismo contexto esperando a comprar la entrada, y que ahora ya estamos al nivel de "yuntas". Con él retomé el amor a conversar sobre películas, libros, actualidad y lo que se nos ocurriese. Eso no me ocurría desde que estaba en el colegio con Marisol y Felipe, y en menor medida con Oscar y Paula. También, gracias a él, he conocido más sobre muchas cosas, sobre la vida y la gente, y también me ha dado pie para conocer un montón de gente nueva, un espectro que por lo general no congenia mucho con mi círculo, pero que sin embargo me es agradable.

Eso sí, no implica que no haya conocido a nadie de la U. He conocido muchos compañeros como Samuel y Orlando que me han ayudado, junto con haber afianzado mi relación con Felipe y Pamela.

martes, 7 de julio de 2009

Lo que pasa cuando dejas que tu mente corra libremente y se pierda en el prado

[Originalmente titulado "lo que pasa cuando dejas que tu tren de pensamiento se descarrile y se vaya hacia el horizonte"]

Mi guionista es un tanto sádico. Sabe perfectamente que el personaje que creó hace ya casi 24 años iba a terminar dándose cuenta, pero no le importó. "Por el guión, vale casi todo", dijo. Eso, por supuesto, me da la libertad de culparlo a él de la mayoría de mis problemas. Que tenga serios problemas de concentración, de sueño y sociabilidad. Que mi familia esté bordeando la línea de lo normal de la misma forma que un elefante tiene que balancearse por una navaja... De cincuenta metros de alto... Y 1 Km de largo... Y en el fondo hay espinos y avispas.

Y aún así, encuentro que las historias que inventa son extraordinarias. Ya, el hecho de que mi hermano haya incurrido a las drogas fue un giro que era esperable dada la situación. Que se haya formado un torbellino familiar por eso fue casi insufrible, pero ahí estábamos pensando cómo superar esto. Y, de la nada, todo se da vuelta, todo era un sueño (o historia inventada, para ser más exactos) y quedamos todos ¡Plop! Créanme, estuve a punto de ir a la oficina de mi guionista, romper la puerta, sacar a la recepcionista de mi camino, llegar a su escritorio forrado de hojas de historias que jamás llegaron a ninguna parte y ahorcarlo. Ver cómo su cabeza se enrojecía mientras trataba de gritar. Pero no, me tranquilicé y le pegué un combo mientras le comentaba que esperaba con ansias la nueva historia que empezaría se supone este Viernes. Aún no se decide si efectivamente la parte de mi rendimiento académico concluirá con mi éxito a pesar de las circunstancias o termino expulsado de la U y exhiliado de la familia.

Le he mencionado que podríamos comercializar la idea. De que mi vida sería un éxito si la pasamos a cómic, y le agregamos algunas ideas que tanto a mí como a él (¿o ella?) se nos han ocurrido. Y eso que no contamos todo lo que ha pasado antes, las parejas improbables que sí ocurrieron, las familias que se formaron y deshicieron, las revelaciones por parte de los amigos y parientes, y las desiciones trascendentales que marcaron mi personalidad. Pero lo ve difícil. Tenemos mucha gente involucrada, gente que no se sentiría cómoda si se difunden sus pensamientos, sus diálogos, o incluso aspectos más privados como su orientación sexual, sus traumas psicológicos o sus momentos más vergonzosos. Aparte, debemos terminar la fase universitaria, ya que esa historia la hemos atrasado mucho y debemos darle fin antes del 2010 o 2011. Pero en fin, la idea ha estado en el aire desde casi el 2002, y sabemos que tarde o temprano la cumpliremos, independiente de la aprobación de nuestro universo o no. Igual podemos alterar los nombres y lugares para que nadie se sienta identificado, jeje.

En ese sentido, encontramos admirable el trabajo de Marjane Satrapi y Marcela Trujillo, entre otros. Saben que dibujan a personas reales, situaciones reales. Y aún así lo hacen y según parece el resto les ha tomado respeto. Nosotros buscamos lo mismo, pero debemos partir de algo ¿no?

Aparte, le pedí encarecidamente que mantenga mi mentalidad más o menos intacta durante los próximos 30 años. Me dijo que no podía garantizarlo, pero si funcionaba bien mi vida con mi mente como está, podemos dejarla así. Total, según parece vamos bastante bien, con hartas promesas de futuro próspero, más aún si logramos terminar la fase universitaria. Lo otro que le pedí fue tener algún romance o iniciar mi vida amorosa. Se rió y me dijo que lo intentó cinco veces pero no coopero. Lo miré extrañado.

Y eso. Al salir me disculpé con la recepcionista, y abandoné la oficina. Antes de tomar el ascensor, ella (¿o él?) me gritó que sonría más, y que nuevas y emocionantes aventuras están a la vuelta de la esquina. Y que sólo programara bien mi presupuesto si quería ir a Juan Fernández y le diera un abrazo a mi papá en el momento justo. Sonreí mientras las puertas se cerraban. Es bueno despertar de un sueño con una sonrisa en la cara...