viernes, 25 de agosto de 2006

El sol

Un poco de Italia entró a mi vida el Sábado, un rato después que desperté de una excelente fiesta de disfraces.

No sé si ustedes tengan el estereotipo, pero ese Sábado desperté cegado por la luz del sol y sofocado por el calor que emanaba mi pieza. Abrí mi ventana y allí estaba, el sol radiante como sólo lo hace en verano y las plantas verdes y saludables, algunas llenas de flores. Eso de inmediato me hizo asociar el, en parte inestable, clima mediterráneo que tenemos acá con los campos de Italia.

Pero también había algo que me hacía sentir bien, más allá de que el día en sí estuviese apto para salir a ordenar el patio. Y era el hecho de que bailé, comí y me entretuve de lo lindo en la fiesta de la noche anterior, y eso hizo que de alguna manera mi cuerpo se sintiera sanno y completamente funcional, sin dolor de espalda y lleno de energías.

Qué más decir... Igual sé que después maldeciré al sol por ser tan quemante. Pero qué va.

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