jueves, 20 de abril de 2006

¡Tú!

Debo admitir que este día ocurrió algo que no muchas veces ocurre: Los tres nos cepillamos los dientes.

¿Cómo? Bueno, entiendan que por lo general o me voy antes o después de las 7:45, hora en la que mis hermanos por lo general dan sus últimos arreglos para ir al colegio. Pero esta vez quise levantarme temprano para poder componer la canción que quiero dejar en el concurso de covers. Así que me vi frente al espejo, lavándome los dientes con Francisca a un lado y Felipe al otro.

Y ahí me dije "¡Oh! Justo en las edades!"

Claro, ya dije que iba a hablar sobre esto unos meses atrás, pero lo recordé en ese momento. Más que nada, el problema recae en el conflicto generado entre un preadolescente, una adolescente y un postadolescente, en teoría. Primero, los participantes.
Francisca se caracteriza por tener una personalidad fuerte. Muy crítica de los que la rodean, obstinada, bastante mandona (casi como una madre). Para ella todos pueden ser aún más estúpidos de lo que ve, y claro, nosotros también podemos caer de repente en la categoría. Al ya tener 15 a 16 años, también está en pleno zapateo hormonal (concepto acuñado por mi madre), lo que la deja con los clásicos estados variables de ánimo y un desarrollo corporal notable, otra razón más para considerar a sus compañeros masculinos como unos babosos.
Felipe, él sera probablemente el primero de la hermandad que tendrá polola. "Tallero" en extremo, verdadero comediante de la burla entre sus pares. Más encima, bajo la tendencia que le proponían sus amigos y el emulador de PLayStation, terminó en las modas de punk melódico y demases variaciones del género. Claro, para mí es otro estilo con sus buenas y malas canciones, pero a él le cayeron directo en el cerebro, al igual que ese sentimiento anti-flaite que juraba perdido en las ondas de radio que ya deben de estar pasando por el sol. Poco tolerante, fácil de enfurecer, no soporta que lo insulten a pesar de molestar a medio curso.
Nelson, el que escribe, pasó a ser un participante mudo de la historia, con el poco tiempo que paso en la casa (casi siempre frente al computador). De repente y lanza sus comentarios locos, empieza a actuar alocadamente y actúa de maneras inexplicables. Coleccionista obsesivo, sumergido en las maravillas del internet. Un cuasi docto en folklore contemporáneo. La persona más paciente y reflexiva del trío.

Ya lo ven venir, ¿No?

Ahora a los conflictos. Entre Francisca y yo casi no nos hablamos, más que nada por el tiempo. Sus prejuicios hacia lo masculino también la están alejando, pero igual nos respetamos y nos queremos. Casi nunca peleamos, excepto cuando en verdad ella está equivocada y necesito hacerla entrar en razón. Entre Felipe y yo conversamos más, debido a nuestra competencia por el computador cuando vuelvo de la universidad. Básicamente, me molesta por lo que hago, y le respondo con lo que él hace. Igual gana al final, pero no me importa. Aparte de eso, existe cierto respeto, en el cuál si uno de los dos hace algo indebido se lo dice al otro para que lo rectifique. Ahora bien, el problema mayor ocurre entre Francisca y Felipe, quienes se insultan y pelean bastante seguido.

La forma omo ocurren estas peleas es casi predecible: Uno apunta al otro algo que no está haciendo bien. El otro se molesta por ello, y lanza un comentario. El uno se irrita frente al comentario y responde de forma más ácida. Se repite el círculo hasta que uno de los dos lanza un insulto que molesta sobremanera al otro. Empiezan los golpes, a falta de palabras. Y por lo general yo o la mamá los separamos, si no es que éstos se enfurecen a tal nivel que se encierran en sus piezas. Felipe alega que le carga que lo insulten. Francisca alega que Felipe es idiota... Al final, nadie asume culpabilidad alguna. Y ahí quedamos.

¿Qué se puede hacer frente a esto? He conversado varias veces al respecto con cada una de las partes. A Felipe le recomiendo que no se enfurezca tan rápido, y que no pesque tanto los comentarios de Francisca. A Francisca le digo que deje de tratar a Felipe como un niño, y que no es necesario insultar para corregir. Aún así, las peleas siguen, y sigo separando. Confiemos en que los años nos hagan madurar....

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