viernes, 16 de enero de 2009

Confianza

Pues heme aquí, en un cibercafé, pensando en cómo la confianza es un valioso y frágil huevo en la mente de las personas...

Me explico. Hace una semana, mi papá me llevó al cine. Yo en lo personal no estaba interesado en ir, pero accedí de todos modos. No es que no me guste ir al cine, de hecho es bueno ver una película de vez en cuando... Aún así, yo quería descansar más que ir al cine a ver la función de trasnoche de "El día que la Tierra se detuvo". Y así ha sido siempre, desde que llegué solo a Santiago, si quiero hacer algo la única opción que tengo es hacerlo solo o con amigos, pero con mi papá hacemos lo que él quiere. Ya sea salir a comer comida china, o ir a un bar. En fin, vimos la película (la cuál es una adaptación conemporánea bien hecha, pero que le faltó tiempo para dejar todo claro [o quizás ese era el objetivo]) y luego mi papá decidió ir a comer pizza. Yo estaba cansado, sólo quería llegar a casa, y aunque expresé eso igual fuimos al telepizza. Pedí que le agregaran verduras a la pizza, mi papá sólo quería carne. Al final, le echaron champiñones, chorizo y carne. Ya llegando a la casa, mi papá me apuntó la falta de servicio en la mesa, y ahí simplemente exploté y le dije que cómo le costaba simplemente pedirme las cosas, o al menos de forma cortés, y claro ahí empezamos una discusión sobre los valores y el respeto.

¿Qué se pudo sacar de esa discusión? Mi papá piensa que yo soy un desconsiderado. Que no valoro nada de lo que él hace por mí, que no sabe por qué si estoy tan poco a gusto con él no me voy, que nunca he hecho algo a menos que me lo ordenen, que valoro estar más con mis amigos que con él, y que espera que le agradezca en el futuro lo que hizo por mí.

... Frente a estos planteamientos, pienso que en parte es cierto. Me gusta estar con mis amigos, de hecho siempre lo he preferido. Pero no porque no me guste estar con mi papá, no. Es porque con mis amigos hacemos cosas que nos gustan, llegamos a concenso, disfruto del momento. Con mi papá hago las cosas casi por obligación, no me pide mi opiníón y si lo hace y contradice sus intenciones la ignora. Sé, eso sí, que no puedo hacer mucho al respecto. Como él dijo, "yo soy así, siempre he sido así, y nadie me va a cambiar".

Y de hecho eso era precisamente lo que pensé que iba a ocurrir. Todo este asunto por el que estamos pasando, el del divorcio y el de vivir juntos, debía de servir para que ambos nos diéramos cuenta de nuestros errores y cambiáramos. Pero según veo, apenas y he cambiado un poco, y de mi papá no hay qué hablar. Y sí, es cierto. No hago todas las labores que debería hacer. De repente me piden que haga esto o lo otro y simplemente se me olvida. O cuando recuerdo hacerlo ya es muy tarde. Y en ese sentido le doy parte de la razón, pero no toda. Igual hago lo que me piden, y siempre doy gracias por cualquier favor que hayan hecho por mí. ¿Puedo esperar lo mismo del otro lado? No parece. Pero en fin, así fue y así siempre ha sido.

Ahora, ¿Valoro lo que mi papá hace por mí? Difícil de decir. Agradezco vivir bajo un techo, asefurarme comida... Pero no estoy tranquilo. Palabra que diga respecto a cualquier tema puede ser usado en mi contra o el de mi familia. Debo ocuparme de una casa enorme y dejarla impeque. No puedo comprar lo que yo quiero comprar, porque me controlan el dinero. Y para más remate no puedo invitar gente. ¿Qué hacer entonces? Nada, no quiero irme. No quiero transmitir el problema a mi mamá y mis hermanos. No es mi intención y por eso me quedé a trabajar en Santiago... O buscar trabajo dado que el que ya tengo me paga una miseria. Y, en cierto modo, aún pienso que mi papá podría darse cuenta de lo que hace y cambiar, tratar de ser más comprensivo.

Después de todo, sí le agradezco por lo que hizo. Porque sé cómo se siente un hijo cuando lo tratan así, y por eso no pienso hacer lo mismo. Disciplina, claro que sí. Pero comprensión, entendimiento, comunicación, confianza...

¡Oh, la confianza! El gran nudo en mi garganta. Lamentablemente no puedo confiar en mi papá. Sé que si le digo algo que comprometa a mi mamá lo usará contra ella. Ya ocurrió antes. ¿Cómo puedo estar tranquilo entonces? Preferiría que pudiesen mediar sus problemas, pero no hay esfuerzo por parte de él. Así que no hablo. Y eso lo enoja. También mi papá perdió su confianza en mí... En todos nosotros. Así que la tensión durante el fin de semana es mutuo. Y no sé si pueda soportarlo otro año.

Ahora bien ¿Podría recuperar la confianza? Difícil, dado que para eso habría que confesar muchas cosas que comprometen a todos. No puedo hacer eso. Y en sí, la confianza es difícil de reestablecer. Pero el apoyo de los demás, de mis amigos y mi famila allá en el norte, me hace seguir adelante, sentir que vale la pena seguir esforzándose acá para obtener mi título. Quizás y para entonces este problema ya esté olvidado.

¿Moraleja? Nunca pierdan la confianza, escuchen a los demás y hagan valer su opinión, que no es menor ni mayor a la del resto.

Ya, mejor me voy a comer algo que tengo hambre,

1 comentario:

Ariel dijo...

Hola Nelson, como te comentaba en mi blog, creo que tengo algunos lugares comunes contigo en todo esto de la confianza y en cómo fue que llegaste a reflexionar sobre ella.

Como paréntesis tengo que decir que me parece curioso que vaya a contar esto, porque cuando empecé a escribir mi blog no tenía en mente llegar a escribir cosas personales, salvo opiniones sobre temas generales. De hecho esa es una de las razones por las cuales no tengo Facebook, pero me parece que es un buen ejercicio escribir sobre uno, aunque nunca he tenido un diario (ni creo que lo tenga), pero de todos modos voy a usufructuar algo de tu espacio para decir algunas cosas.

Estoy de acuerdo en que la confianza es difícil de restablecer si han sucedido hechos que atentan contra ella fuertemente, pero puedo dar fe de que es posible recuperarla cuando somos honestos con lo que pensamos y sentimos y no estamos preocupados en pensar en una mentira (aunque también puede ser omisión) que deje feliz a todos. Para mí la verdad tiene un efecto de limpieza, porque no sólo permite, en algunos casos, recuperar la confianza, sino que además ayuda a generar confianzas nuevas. Tal vez hacer valer tu opinión tenga que ver precisamente con confesar muchas cosas, como "tu verdad".

Mis padres se separaron hace mucho y la historia relacionada es bastante larga, pero en resumidas cuentas a mi padre no lo veo hace más de 1 año y la verdad es que ni lo extraño. Lo que es realmente extraño es que ni siquiera peleamos y nuestro distanciamiento se dió casi como una cosa natural, de todos modos nos dijimos algunas cosas y cada uno tomó su camino. Decir la verdad le permitió al resto de mi familia crear lazos de confianza que antes no existían.

También, como en el caso de mi padre, hay padres que esperan que cada cosa que hacen por nosotros sea agradecido como si fuese un favor que nos hacen. Yo soy padre, y las cosas que hago por mi hija las hago porque la amo y porque ella es mi responsabilidad desde que decidí traerla a este mundo, pero no espero nada a cambio. Claro que también hay cosas que tienen que ver con la edad, pero tampoco puedo dejar de ser responsable por la adolescente y la futura adulta que será mi hija.

No se puede tener confianza con alguien sólo porque lleva nuestra misma sangre, son sus actos los que nos llevan a confiar en alguien o no hacerlo. Uno no elige a la familia.

Otra cosa tiene que ver con cuando la gente dice "es que ya es muy viejo, ya no va a cambiar" y yo creo que se equivocan. Claramente uno se va radicalizando en sus opiniones a medida que pasa el tiempo y, en general, no nos gusta cuando alguien menor nos hace ver que estamos errados en nuestra postura; pero creo que las personas, si están los argumentos y la disposición suficientes, pueden cambiar a cualquier edad. Creo que no se trata de qué tan viejo es uno: si hay personas que se equivocan y eso repercute negativamente en gente cercana, es importante que lo sepan. Allá ellos si quieren seguir manteniendo esa actitud, pero deben saber las consecuencias de sus propios actos cada vez que incurren en ellos.

Mi papá perteneció al Opus Dei (de todos modos, sólo conocí cosas buenas de este grupo) y después se cambió al 'lado oscuro' (aunque algunos dirán que ya estaba ahí, pero...).

Bueno, al fin y al cabo es lo que se me ocurre al pasar. No pretendo darte un consejo realmente, porque no conozco tampoco la situación en su totalidad (sorry por escribir tanto). Igual, a pesar de que no nos conocemos tanto, te tengo cierta estima por plasmar tus sentimientos de manera tan abierta al ciberespacio. De dar esta 'muestra de confianza' a cualquiera que llegue acá.

Ya, me alargué mucho. Nos vemos.